General corsario y ladrón de ultramar

Muchísimo después de las historias épicas e increíbles de los piratas antiguos, el Caribe cambió drásticamente su fachada, las regiones de América Latina que componían en épocas de antaño asentamientos colonos, villas y pequeños poblados, evolucionaron a naciones en plena lucha independentista. Renato Beluche fue un hombre que luchó contra las medidas de Europa en el Caribe, no como un héroe revolucionario, sino como un general corsario y ladrón de ultramar.

Renato Beluche nació en Nueva Orleans en 1773, como Nueva Orleans era una ciudad bajo los comicios de Francia, es por ello que su nacionalidad era francesa. Beluche fue un general de guerra recio y tajante. Siempre estuvo interesado por el mar y en 1796 se alista al componente del batallón naval de Francia donde recibe honores como capitán de fragata.

El primer lugar del Caribe donde Renato Beluche ejerció su cargo de capitán fue Haití, esta nación ya no era llamada simplemente La Española, sino que la propia isla se dividió en dos, albergando también a República Dominicana. Las Antillas Mayores ostentaban una valiosa ruta comercial a Francia, ya que sus cargamentos desembarcaban en el sur de Haití, Santo Domingue, el puerto principal tenía un fuerte tránsito de fragatas y pesqueros que conseguían monedas por la pesca de yubartas y narvales, llegando el comercio hasta Trinidad y Tobago.

El General Simón Bolívar, héroe independentista de muchos países de Sur América y fundador de la Capitanía General de Nueva Granada resguardaba la ruta comercial franca en las Antillas, ya que Francia era aliada de sus tropas; éste quería interceptar la ruta comercial de los españoles para llevar a cabo la Expedición de los Cayos de San Luis, pero sólo un corso tenía autorización para hacer eso, así que le encomienda patentes de corso a Beluche para desviar las fuerzas españolas a Venezuela y Colombia, dos países caribeños que conformaban La Nueva Granada en 1815. En Jamaica, Beluche consigue las patentes, esta bella isla era una parada fija a cualquiera que quería dirigirse al Caribe Suramericano por ser un puerto de abastecimiento.

En Puerto Príncipe se le dan las órdenes a Beluche de enlistar cañones a todo barco que pertenezca a la Armada Real Española, aparte, él podría quedarse con todo el cargamento en bienes comerciales que atracara de esos barcos, y Beluche junto con su tripulación hace encallar a 11 barcos de guerra, estas persecuciones a navíos lo llevaron a República Dominicana, lugar en que el gobierno estatal lo reconoció como un capitán corsario. La Isla Vieques en Puerto Rico fue escenario de uno de los mejores atracos nunca antes vistos en el caribe colonial, cuando Beluche robó un cargamento naval español de armas haciendo volar el casco del barco adversario.

Alguna de sus tácticas eran muy regias y desenfrenadas, eso hizo que el General Bolívar no tuviese plena confianza en él del todo, pero éste lo necesitaba porque era el mejor en rapidez y tácticas navales de su ejército, es por ello que lo envía a la Isla de Saba, que era parte de Holanda, allí recogería más tripulación, la segunda parte de la misión lo llevaría a la isla de Margarita, en Venezuela, pero primero debería hacer escala en San Bartolomé, todo esto con el objetivo de perseguir al bergantín El Intrépido con el que tuvo una dura lucha, pero Beluche venció en 1816.

Beluche con el tiempo sería el corsario con rango de guardia naval que servía a Colombia, Panamá, Venezuela, Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Haití, obtuvo el rango de contraalmirante de la armada francesa, pero para ese entonces Francia ya lo consideraba un traidor y capitán pirata a órdenes de la rebelión.

Murió por complicaciones pulmonares en 1860 en la ciudad de Puerto Cabello, Venezuela, sería recordado como uno de los últimos corsarios y capitanes pirata de los nuevos tiempos que sirvió en la lucha de la independencia de América y el Caribe.

El Caribe nunca dejará de sorprendernos con los relatos que tiene que contar, prácticamente se ha vivido todo aquí, ahora te toca a ti, es momento de que te aventures a disfrutar de todo su esplendor.